La era del single-party government en Turquía parece haber tocado fin. Tal es así, que tres días después de las elecciones legislativas del pasado domingo 7 de junio, Erdoğan sigue desaparecido en combate.
La entrada del Partido Democrático de los Pueblos (en tuco HDP) en el parlamento con el 13,12% de los votos y 80 escaños no es la simple expresión de la necesidad de alcanzar un acuerdo territorial con los kurdos, sino la reificación de un nuevo y mejor estilo de hacer política en Turquía. La enmienda a la totalidad del HDP a la corrupción, represión e islamización rampante del AKP ha conseguido movilizar amplios sectores de la izquierda laica del país, kurda, turca, armenia o de cualquier otro origen étnico.
Los sueños megalómanos de Erdoğan parecen estar quebrando. Esa gran mayoría que el AKP pedía para llevar a cabo una reforma constitucional que llevara al país hacia un sistema presidencialista (con totales atribuciones ejecutivas y prerrogativas al Presidente y una total degradación de la figura de Primer Ministro) se ha desvanecido en medio de una campaña electoral llena de amenazas y violencia de todo tipo. Se abre, pues, un horizonte nuevo. Un horizonte necesitado de coaliciones, más y mejor democracia y mucho menos despotismo. Seguiremos atentos, sobretodo a qué partido acompañará al AKP en el próximo gobierno de Turquía y cuál es el trade-off.
A todo esto, el Estado Islámico (EI) ha puesto cerco a Turquía. Y lo ha hecho a través de dos movimientos complementarios.
El pasado domingo, batallones del EI consiguieron avanzar sus posiciones hasta Sawran, un pueblo en el norte de Síria muy próximo a Azaz y la frontera con Turquía. Esta victoria es de suma importancia para el EI, puesto que ahora podrían seguir avanzando en dirección al puesto fronterizo de Bab al-Salam, el cual abre paso entre la provincia de Alepo y la provincia turca de Kilis. Significa, también, que los varios grupos rebeldes que luchan en la provincia de Alepo (entre ellos Jabha al-Shamiyya) ven imposibilitada su intención de llevar a cabo una ofensiva sobre la ciudad de Alepo. Si el Estado Islámico consolida sus posiciones y avanza más todavía hacia la frontera con Turquía, los varios canales de suministro entre la frontera y Alepo se verían totalmente interrumpidos.
Por otro lado, al-Hayat Media, la rama de comunicación oficial del Estado Islámico, publicó recientemente el primer ejemplar de su nueva revista en turco, Konstantiniyye. El documento, de 46 páginas (podéis acceder a él a través de este link) y con un alto contenido en material gráfico, aporta pistas muy relevantes acerca de la política del EI hacia Turquía. Como en la gran mayoría de publicaciones del Estado Islámico (especialmente Dabiq), la revista empieza con un artículo/relato que sienta las bases discursivas para el resto del texto. En este caso, el primer número de Konstantiniyye narra y conmemora la conquista de Constantinopla que finalizó el 29 de mayo de 1543. En este mismo editorial, el EI justifica la publicación de la revista argumentado la falta de acceso del público turco musulmán a las noticias y artículos que la organización liderada por Abu Bakr al-Baghdadi elabora.
El EI argumenta que aunque la ciudad fue conquistada por Sultan Mehmet II en dicha fecha, Constantinopla no fue realmente conquistada por el Islam. Debe ser, pues, conquistada otra vez por el «ejercito del Islam». Incluye, como no puede ser de otra manera, reflexiones del Profeta Muhammad acerca de Estambul y de su importancia. Vale la pena recordar que la visión estratégica del Estado Islámico pasa, aunque pueda sonar delirante, por la premonición inspirada por uno de los hadith (dichos del Profeta) en el que se predice que el día del Juicio Final llegará tras la victoria de las fuerzas del Islam en Dabiq (Alepo) y la posterior entrada en Constantinopla para ocuparla ya sin necesidad de las armas. Concluye el escritor de este artículo inicial que, siguiendo a dicho hadith, el Estado Islámico entrará en Estambul sin la necesidad de verter sangre; sólo hará falta gritar Allahu Akbar.
Es importante recalcar que a lo largo del documento no hay enaltecimiento explícito de la violencia contra Turquía. Sin duda, la política llena de grises del AKP entorno al Estado Islámico favorece dicha actitud. El Estado Islámico ve en Turquía y su numerosa población musulmana y conservadora una fuente importantísima de recursos humanos (militares, pero también civiles para formar parte de la red de servicios sociales e instituciones de la organización) a pocas horas o incluso minutos de escenarios clave como Alepo o Mosul. Conseguir reclutar a segmentos de la población turca se puede interpretar, pues, como un paso importantísimo hacia el desarrollo de sistemas de gobernanza más potentes, permitiendo así un mejor control y administración de los territorios conquistados militarmente.
¿Cuáles son las narrativas que utiliza el Estado Islámico para atraer a la población de Turquía? En primer lugar, el EI se erige a lo largo del documento como la auténtica fuerza protectora del Sunnismo frente al expansionismo saváfida (iraní) que ya esparce sus tentáculos en Siria, Iraq o Yemen.
Por otro lado, en un artículo titulado ¿Quién es un apostata?, el EI apela a las bases más conservadoras y radicales del AKP sugiriendo un pacto tácito con el partido siempre y cuando éste no ataque directamente al Estado Islámico. Si eso ocurre, el EI invita a declarar el AKP apostatas y juzgar su legitimidad delante del mundo suní.
Finalmente, en el artículo Democracia en llamas ataca la decisión del Huda-Par (partido kurdo e islamista radical) de aceptar el sistema democrático y concurrir en las últimas elecciones. Sin recurrir a la cuestión kurda, el Estado Islámico apunta a la ilegitimidad del sistema democrático en el Islam e intenta convencer a las bases del Huda-Par de este hecho con el objetivo de atraer a los segmentos más radicales (normalmente jóvenes) del islamismo kurdo.
La estrategia winning hearts and minds del Estado Islámico es más evidente que nunca en el caso de Turquía. Sin aparente frontalidad y violencia, y enfatizando el papel del Islam como auténtico pilar del Otomanismo, el EI entiende Turquía como un «mercado» que hay que atraer lo más cerca posible de su órbita. Esta estrategia a largo plazo, apartada de la voracidad y velocidad de la lucha por el control territorial en Siria e Iraq, permite al EI propagar su visión del Islam a través de la palabra.
En Alepo, entretanto, el Estado Islámico sigue haciendo proselitismo con sangre.